Lugo, milenaria y sorprendente

(Lugo-Astorga-Boadilla)

A la mañana siguiente comprobamos que la noche nos había regalado lluvia pero que también había dado paso a un cielo azulado con alguna nube dejando una mañana luminosa.

A las 9,00 ya había coches en el aparcamiento y a las 9,15 bajamos a la playa. Aunque no estuvimos solos, sí que disfrutamos en cierta soledad y por segunda vez de este espectáculo grandioso y gratuito.

Allí estábamos una vez mas embobados ante el espectáculo. Es curioso como los ojos no se cansan de admirar la belleza

Y pusimos rumbo a Lugo alrededor de las 11,30. Nos dirigimos directamente al área de autocaravanas pero cuando llegamos, nos encontramos una desolada explanada con una única ¿autocaravana?, desvencijada y sucia; parecía  ocupada por  una familia gitana o portuguesa cuyos niños desastrados y despeinados corrían por el desierto aparcamiento. Así que…nos espantaron y decidimos buscar otro sitio que no nos “inquietara” tanto, lo que encontramos en una calle perpendicular a la que subía a la muralla.

Tras un corto, pero intenso ascenso, llegamos a las murallas. De piedra oscura se extendían imponentes a nuestra derecha e izquierda, como cuando se construyeron. Desde el año 2000 son Patrimonio de la Humanidad. Tienen más de 2 kilométricos de perímetro (2.266metros) y son las únicas del mundo romano que conservan íntegro su recorrido abrazando todo el casco histórico.

Accedimos al interior del recinto amurallado a través de una de sus diez puertas, la de Santiago y ascendimos a la parte superior donde nos encontramos con un cómodo paseo de unos 6 metros de ancho  y a unos 12 metros del suelo –la altura varía, y en unos puntos es de casi 9 metros hasta un poco más de 16 metros- que discurre y recorre todo el perímetro de la muralla.  Sus muros tienen unos 4 metros de espesor aunque en algunos lugares alcanza los 7. La puerta de Santiago existía desde la época romana aunque está totalmente modificada y fue privada ya que perteneció a la iglesia siendo empleada por los canónigos y sus sirvientes hasta el siglo XVI para acceder a las huertas y fue la única que permaneció abierta en los tiempos de la peste. Fue ensanchada en el XVIII para permitir el paso de carruajes. Tiene un templete que contiene la imagen de Santiago Matamoros.

De allí a la catedral de Santa Maria, del siglo XII aunque a principios del XIV, la cabecera primitiva fue derribada para construir una capilla mayor y un deambulatorio al que se abrían cinco nuevas capillas de estilo gótico. Del exterior destaca la puerta norte, románica y resguardada por un pórtico gótico. Está presidida por una imagen de Cristo en majestad sobre un capitel colgante que representa la última cena. Todo el conjunto está considerado como una de las obras maestras de la escultura románica gallega.

Del interior llama especialmente la atención los magníficos retablos barrocos de las puertas y en especial,  la Capilla de la Virgen de los Ojos Grandes, primera patrona de Lugo, construida en el XVIII,  y que contiene una imagen medieval en alabastro de la virgen enmarcada de forma espléndida por un impresionante retablo que aunque quizás sea un poco recargado, resulta un conjunto muy bello.

Luego iniciamos un recorrido recomendado en alguna página web, por el casco viejo de Lugo que nos fue llevando por callejuelas y plazas, admirando su carácter sencillo, luminoso y elegante a la vez.

Próxima la hora de la comida, y antes de alejarnos de una zona donde se sucedían los restaurantes para “turistas” con buenas ofertas de menús, decidimos probar suerte en el primero que nos gustó. Aunque reacio al principio, y eludiendo una respuesta clara –como buen gallego-  accedió a que metiéramos a Tula, pero en un rinconcito, y así lo hicimos. El pobre animal ni se movió durante toda la comida. Parece que tienen un “sentido especial” para entender la necesidad de hacerse “invisibles” y pese a que en casa no para de pedir comida,  aquí casi nos olvidamos de su existencia. El pequeño bar-restaurante, atendido únicamente por una persona que se apañaba mejor que bien, se llenó rápidamente. Mientras comíamos, se descargó un poco de agua, pero esta lluvia desapareció y pudimos terminar nuestro recorrido por esta sorprendente ciudad.



Pero sin duda, lo más espectacular son sus murallas. Subimos a  la única  torre de A Mosqueira  que perdura. Originariamente había 85 que coronaban la muralla y que tenían entre 10 y 13 metros de diámetro. Estas torres tenían dos pisos y estaban abiertas mediante grandes ventanas con arco de medio punto en todo su contorno semicircular. Estas ventanas favorecían un mayor campo de visión, controlando mejor el foso y fortaleciendo la defensa de las torres inmediatas. Después, finalizamos nuestro recorrido por el “paseo de los Canónigos” o paseo de invierno, al que accedimos por la puerta del Obispo Odoario y que nos dejó donde habíamos comenzado, en la puerta de Santiago. Este paseo está bañado al mediodía por un generoso sol, por lo que era escenario habitual del ritual paseo de los sacerdotes que tenían cargos en la Catedral, y de ahí su nombre.

Durante nuestro recorrido habíamos recibido la llamada de unos vecinos que pasaban estos días en un pueblo de León, a 20 km de la autopista y decidimos encontrarnos allí, cenar con ellos y tras dormir en nuestra autocaravana, seguir camino de Madrid al día siguiente.

Dimos una breve “batida” por un centro comercial de Lugo para comprar un buen vino que compartir y emprendimos la marcha. A las 19,15 horas, 15 minutos después de la hora prevista, llegamos a este pueblecito, enclavado en un idílico rincón, arropado por las lomas de tres grandes cimas, pero aunque localizamos su casa y estuvimos esperando, ellos no estaban así que a las 20,00 horas emprendimos camino hacia Astorga para poder llegar aún con luz al área de pernocta. Luego recibimos un par de llamadas de ellos y al parecer fue un mal entendido entre ambas partes.

A las 21 horas llegamos a  Astorga, que al igual que otros años en estas fechas, estaba ocupada por más de media docena de autocaravanas. Cenamos y sin más preámbulos nos fuimos a dormir para llegar a Madrid al medio día del jueves observando la gran densidad de tráfico que circulaba por la A-6, e incluso algunos atascos cerca de los túneles de Guadarrama. El mal tiempo pronosticado y que parecía cumplirse, no disuadió a los que abandonaban Madrid.

Un año más, la suerte con el tiempo nos había acompañado y aunque la niebla no nos dejó admirar uno de los “puntos calientes” de este viaje como era los acantilados de San Andres de Teixido, para el resto del viaje el tiempo nos “respetó”, aunque todo hay que decirlo, de los tres años que llevamos yendo a Galicia, el tiempo en este último ha sido el peor.

Con este viaje culmina un recorrido por las costas Gallegas que comenzamos en las Rías bajas hace tres años y que hemos ido realizando durante las vacaciones de semana santa: “2009. Rías bajas: verde y azul (De Santiago a Tuy por la costa)”para continuar la primavera siguiente por la altas y la costa de la muerte “2011. La costa da Morte. Costa de belleza (de Muros a Coruña)” terminando ya este año en la playa de las catedrales.

Este viaje sería el último que realizamos en nuestra pequeña camper. Últimamente nos estamos “despidiendo” de muchas cosas: de la compañía de nuestros hijos en los viajes, de la de nuestra entrañable y siempre añorada peluda Mara, y ahora tres meses después, nos tendríamos que despedir de la que había sido nuestra “casa” de vacaciones durante los siete últimos años. Pero aquí estamos, vivos, y tratando de iniciar otra nueva fase de nuestra vida. Cuando termino de escribir este relato, a finales de septiembre, todavía estamos esperando que la compañía  nos libre la indemnización acordada y que con ello podamos cerrar una etapa de nuestras vidas para dar comienzo a otra y seguir, siempre seguir….

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Mª Angeles del Valle Blázquez
Boadilla del Monte, octubre de 2012