Y el mar esculpe la piedra

(Playa de Esteiro, Souto da Retorta, Mondoñedo y Playa de las catedrales)

Estupenda noche, nos desperezamos y nos disponemos a partir en lo que será nuestro último día de recorrido por la costa. Tenemos muchas cosas que visitar, así que intentamos ser un poco ágiles en nuestra partida.

La primera parada está hoy en la playa de las Catedrales y tenemos cerca de 100 kilómetros  de recorrido.  Nuestro primer destino estaba en el souto da retorta,  a 6 kilómetros de Viveiro, por la carretera hacia Mondoñedo (Lu-540 y luego tomando el desvío a Chapín por la LU-161). Pero pese a las indicaciones tuvimos que dar alguna que otra vuelta para encontrarlo y perdimos un tiempo que era oro. Dejamos la autocaravana en un pequeño descampado frente a una fábrica de hélices de molinos de viento. Las coordenadas aproximadas del aparcamiento son N 43º36’42.10”;O7º35’20.06”. 

Cerca empieza un hermoso sendero que discurre por un impresionante bosque de eucaliptos centenarios plantados a partir de 1860 para drenar los terrenos bajos como protección contra las inundaciones. La senda en llana y facil y va dejando el río Landro a la derecha. Después de un breve y agradable paseo entre eucaliptos de una considerable envergadura y de árboles de otras especies, llegamos a una zona donde se encuentra el llamado “Abuelo de chapín”, que dicen que puede que sea el árbol más alto de España y uno de los de mayor envergadura de Europa siendo el eucalipto más grande de Galicia con sus casi 62 metros de altura y 7,55 de perímetro aunque otras mediciones lo elevan por encima de los 80 metros de alto. No cabe duda de que es absolutamente impresionante y sólo cuando nos acercamos a él y elevamos la vista que se pierde en lo alto entre sus ramas, alcanzamos a comprender parte de su grandeza. Abrazada a él me siento pequeña y sobrecogida. Un lugar lleno de magia, como muchos rincones de estas tierras gallegas y al que merece la pena dedicar un poco de tiempo.

Sorprendidos aún por este pequeño rincón, continuamos nuestro camino  dejando atrás el mirador de Montefaro y el faro de punta Roncadoira con vistas sobre la ria de Viveiro y nos dirigimos hacia Burela, al área para cargar agua. En nuestra ruta  nos desviamos al faro de San Cibrao del que tenía alguna anotación, aunque una vez allí comprobé que no merecía mucho la  pena

Cargamos agua en Burela (N 43º 39' 12'' / W 7º 21' 30'') y por Foz continuamos camino hacia la playa de las Catedrales. Aunque inicialmente teníamos previsto desviarnos antes a Mondoñedo, decidimos ir directamente a esta playa ya que nuestra llegada coincidiría con la marea alta y podíamos aprovechar para comer allí, dedicando la tarde a la visita a la ciudad de Mondoñedo.

A lo largo de la carretera que discurre por la costa, encontramos varios sitios para aparcar y donde poder pasar la noche, pero sólo un aparcamiento próximo al acceso a lo que es la playa de las catedrales (N43º33’10.19”;O7º09’25.25”). Para ser más exactos, un aparcamiento y una pequeña campa frente a un bar.

La pleamar estaba casi en su punto álgido por lo que lo único que pudimos contemplar fue el batir de las olas contra esta escarpada costa. El agua cubría toda la arena y las olas se estampaban contra las paredes verticales produciendo blancos espumarajos. Recorrimos un poco la costa para después de comer y descansar brevemente,  poner rumbo a Mondoñedo, una de las siete capitales del antiguo Reino de Galicia y surgida alrededor de su sede episcopal, el seminario y su catedral.


Dejamos la autocaravana a la entrada de la localidad para evitar quedarnos atrapados en alguna de sus estrechas calles y nos dirigimos directamente hacia la catedral, construida en piedra dorada y rodeada de una preciosa plaza. Es magnífica, y el marco también, creando un conjunto monumental de gran belleza.  De la basílica de la Asunción destaca su portada románica con sus elevadas ventanas ornamentadas a cada lado, un gran rosetón de trazos góticos y las torres, éstas ya barrocas combinando así magistralmente diferentes estilos constructivos. De su interior, unas buenas pinturas murales del XV y XVI.  

Al lado, el palacio episcopal y un poco más a la derecha una curiosa fuente, la Fonte Vella, del XVI con un escudo de Carlos I  junto a la cual se encuentra la casa donde nació el escritor Alvaro Cuinqueiro, aunque hijos de esta ciudad fueron también Leiras Pulpeiro, Noriega Varela y Pascual Veiga, este último autor de la música del himno gallego.
Después de admirar el magnífico edifico de piedra del seminario, que alberga al parecer una importantísima biblioteca de más de 25.000 volúmenes con varios incunables, nos dirigimos hacia el barrio de Muiños que en algún sitio fue descrito como una pequeña Venecia. La comparación resulta algo exagerada, porque si bien es un curioso y bonito rincón por el que discurre un cristalino arroyo y un canal que lame las fachadas de las casas a las que se accede a través de una plancha de pizarra que salva este canal, poco o muy poco tiene de parecido con Venecia.

Nos acercamos al bonito puente medieval, A Ponte de Pasatempo  sobre el que pasaba la antigua calzada romana y  que se destaca al fondo, atraídos, no solo por su belleza,  sino por una triste historia que se cuenta alrededor de él, la del Mariscal Pero Pardo de Cela  que al mando de un grupo de nobles lucharon durante tres años contra los Reyes Católicos y que fueron condenados a muerte. Su esposa, prima de la reina Isabel, buscó a los reyes para solicitar el  indulto de su esposo y su hijo lo que consiguió, regresando rápidamente con él. A tan solo unos metros, en este mismo puente le salieron al paso los esbirros del obispo de la diócesis, quienes la prendieron y retuvieron  mientras que en la plaza se procedía a la ejecución,

De vuelta, encontramos la fuente de Os Pelamios de la que mana agua por cuatro caños, en un pequeño rincón, que nos costó localizar, para regresar de nuevo a la plaza de la catedral y de aquí a la autocaravana para poner rumbo de nuevo a  la playa de las Catedrales.

Cuando llegamos, el aparcamiento estaba bastante lleno. Ahora la marea estaba baja, aunque no completa todavía.

 (Sugiero consultar el horario de las mareas  http://www.tablademareas.com/es/lugo).

Desde las escaleras de acceso a ella, pudimos ver que el agua había dejado al descubierto la arena  y la gente se había lanzado a su asalto y como hormiguitas, deambulaban de un sitio a otro, haciendo fotografías aquí y allá, metiéndose en todos los agujeros y subiendo por donde podían. Una invasión en toda regla. Así que seguimos su ejemplo y nos lanzamos a su exploración.

Ahora parecía una playa totalmente distinta a la que habíamos visto con marea alta. Paseamos por ella explorando también los recovecos hasta que llegamos a un roquedal donde el agua nos impidió continuar.  La marea aún no estaba lo suficientemente baja como para permitirnos el paso.

Luego exploré la playa por la parte superior del acantilado descubriendo un solitario arco por el que la gente trepaba. Desde allí parecían pequeños insectos que nerviosamente se movían por todos los recovecos y se encaraman a todas las alturas.  Y es que somos como, no, sin el como, una plaga … No quiero ni pensar lo que debe ser esto en un día festivo.

Y desde allí arriba parecía que la marea había bajado y estaba permitiendo el paso a la otra zona de la playa.

La curiosidad  se sobrepuso al cansancio. Aunque ahora había mucha gente, quería localizar los famosos e impresionantes arcos de piedra que tantas veces había visto fotografiados. Mañana, cuando a las 9,30 h fuera de nuevo la marea baja, podría disfrutarlos con más tranquilidad, pero ahora, mi impaciencia me invitaba de su contemplación.

Pasado el  roquedal donde inicialmente se interrumpió nuestro anterior paseo,  pudimos disfrutar en primer lugar del espectacular arco solitario que se abría hacia el oeste. Avanzamos un poco más entre el ir y venir de la gente para encontrarnos debajo de una sucesión de tres gigantescos arcos de piedra que se elevaban por encima de nuestras cabezas hasta alcanzar     más de 30 metros de altura y que recuerdan a los arbotantes de una catedral.  Me sorprendió su belleza, su majestuosidad, el vivo contraste entre los tonos azulados y claros del mar y el oscuro de las rocas. Realmente el nombre estaba muy bien puesto ya que no solo se corresponde con la similitud de  los arcos a estos elementos de las catedrales, sino que éstas son  grandiosas y bellas, aunque hechas por la mano del hombre y aquí, aunque sea un tópico muy utilizado, el cincel de la naturaleza superaba al del hombre y en un marco incomparablemente bello.

Pese a haber visto fotografías, nada como estar debajo, sintiéndome pequeña ante tanta grandeza, sintiéndome insignificante ante tanta belleza…Todo el cansancio del día me abandonó de repente y únicamente era capaz de ver, de admirar y de sentir tanta hermosura y grandiosidad, incluso, pese a la gente. Pero mañana lo disfrutaría casi en soledad, o al menos eso esperaba.

Regresamos al aparcamiento y según caia la noche, los turismos nos dejaron solos. Éramos cuatro campers, tres pequeñas y la nuestra. Angel salió a ver si había algún problema para pernoctar y un joven nos dijo que había un cartel que prohibía el estacionamiento de 24 a 8 horas. Intercambiamos entonces algunas opiniones sobre el sentimiento generalizado de “persecución” a que somos sometidos, y comentamos la imagen de este mediodía en el que una autocaravana había sacado su mesa y sus sillas para comer en el aparcamiento.  Me había llamado doblemente la atención ver que  llevaba una pegatina de H****, que se adquiere a través del foro de acpasión en el que se debate con cierta regularidad la conveniencia o no de este tipo de comportamientos, que disgusta a muchos y que nos da cierta mala imagen, generalizándose a todo el sector y originando cierto rechazo.  Y es posible que estos hechos estén en el origen de las prohibiciones que sufrimos. Si en un principio quise comentar este comportamiento con el interesado, Angel me hizo desistir dadas las actitudes que muestran algunos de los que son interpelados, y aunque consiguió convencerme de no hacerlo, no me quedé satisfecha. No obstante el momento quedó inmortalizado en mi cámara.

Después de este pequeño intercambio de opiniones, nos trasladamos hasta la pequeña campa frente a este bar en la que no había ningún cartel prohibitivo y en el que estaba ya una autocaravana. Al principio nos trasladamos únicamente dos para terminar todas allí. (N43º33’10.19”;O7º09’33.29”)

Alguna imagen más

Souto de la retorta. "El abuelo".

Mondoñedo





Playa de las Catedrales. Ribadeo

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