Por playas y acantilados

(Frouxeira, Cedeira, San Andrés de Teixido, Garita de Herbeira, Cariño)

Hoy, a 1 de abril, las proximidades al parque natural de las Fragas del río Eume siguen ardiendo. Debe ser de gran envergadura ya que me dicen que los informativos de TV1 han abierto con esta noticia. Día triste, no solo para Galicia, sino para todos los que amamos la naturaleza.
En mi retina retengo aún  la imagen de la huida de una pareja de gamos que se cruzaron ayer en nuestro camino de regreso ...¿qué habrá sido de ellos?.

Y como si la meteorología quisiera acompañar mi estado de ánimo, una capa de nubes cubrió el cielo y empiezo a pensar que esto puede vaticinar un cambio de tiempo.   Pero una familia  que pasea con su hijo y una pareja de perros nos saca del error diciéndonos que simplemente es una vulgar niebla  que últimamente caía por la tarde. Estamos en la  playa de Fornos, al sur de Cariño. (43º42'47.39N; 7º51'15.81”O) junto a una California.  Es un lugar  tranquilo que se abre a una pequeña y encantadora playa que termina en una suave loma salpicada por algunas casas aisladas. La noche cae y pequeñas lucecitas titilan al fondo. La paz nos envuelve y después de cenar nos vamos a la cama.

Pero vuelvo al principio del día.

Hemos comenzado el espléndido día que Galicia nos regala, con un paseo relajado por la playa para marchar luego hacia el faro de punta Frouxeira. Hoy el navegador no nos ha querido meter por carreteras imposibles. Cada vez que abandono una para adentrarme en otra me pregunto si cabré. Y aunque sea reiterativa, me vuelvo a alegrar de ser “pequeñita”.

Y llegamos a un sitio pelado donde se erige el faro de Frouxeira,  una torre cuadrada de los más feos que he visto hasta ahora. Podría decirse que un faro con poco o ningún “encanto” aunque tengo que reconocer que tiene unas magníficas vistas.   De nuevo volvemos a contemplar restos de lo que debieron ser  más baterías de costa, con un espectacular túnel  bajo el faro  que se abre en dos brazos al acantilado  cayendo en vertical hacia el mar.


Nos dirigimos ahora hacia la playa de Frouxeira. Dejamos la camper a un lado de la carretera para tomar un camino que por pasarelas de madera conduce a esta magnífica playa que parece estupenda para la práctica de surf. Las olas sucesivas avanzan hacia la orilla y se deslizan suavemente por la blanca arena para acabar extinguiéndose en una suave espuma blanca. Damos un paseo bajo un precioso sol, pero con un viento que no perdona y que me hace sentirme algo incómoda.

Regresamos para poner rumbo a Cedeira situada en un enclave privilegiado y protegido de los vientos. Decidimos darnos un breve paseo por este pueblo, lleno de vida a estas horas en las que la gente disfruta del domingo de ramos y toma el sol en las numerosas terrazas. Subimos por la calle real hasta la plaza del ayuntamiento para descender junto al río contemplando las ya tan típicas balconadas de madera y cristal que se abren al sur, iluminadas por un generoso sol que derrama su luz y calor.

Ahora ponemos ya rumbo a San Andrés de Teixido e inmediatamente comenzamos a ascender mientras que nos vamos internando en la sierra de la Capelada. Dejamos atrás un punto que parece un merendero donde los turismos descansan al abrigo de la sombra de los pinos. Tras él, un mirador y descendemos hasta llegar a San Andrés.  La carretera muere aquí y aunque el aparcamiento es pequeño, la gente, suponemos que por la hora, se va yendo y dejando muchos huecos libres. Bajamos a la pequeña aldea compuesta por la iglesia y un conjunto de casas alrededor. Es uno de los lugares de peregrinación más ancestrales y un dicho popular afirma que “vai de morto quen non foi de vivo”. Es una de las “mecas” de la Galicia mágica  enclavado en un sitio de belleza espectacular, arropado por altos acantilados a derecha e izquierda.  Pero una especie de niebla o panza de burra cubre las vistas, desmereciendo este impresionante marco. Es un lugar tranquilo con muchos puestecillos de venta de mil cosas. La iglesia, pequeñita, conserva un bonito retablo.

Ahora ya nos dirigimos a los que definen como los acantilados más altos de la Europa peninsular con sus 613 metros de caída vertical,  a la Garita de Herbeira desde donde parece que se contempla una espectacular vista. En nuestro ascenso paramos en un mirador donde hay una placa en homenaje al actor Leslie Howard que murió en estas costas al ser derribado su avión por uno de la Ludwace, durante la segunda guerra mundial.

El viento sopla tan fuerte que sentimos oscilar la autocaravana. Decidimos comer en este indescriptible lugar donde por la derecha vemos unos espectaculares acantilados que caen casi verticalmente sobre el mar, y por la ventana de la izquierda los que enmarcan la aldea de  San Andres de Teixido. Un restaurante con vistas inmejorables y “mecidos” por el viento. Pero este viento trae además nubes que se van quedando pegadas en las cumbres de estos acantilados, a donde ahora nos dirigimos.

Cuando llegamos a la Garita de Herbeira –reconocible por su antigua caseta de piedra empleada siglos atrás para la vigilancia costera- la niebla imposibilita la visión a mas de 6 metros. La fuerza del viento empuja las nubes que cruzan la carretera a una velocidad pasmosa. En un momento determinado vemos la señal hacia la garita y sin apenas visibilidad, en vez de elegir el aparcamiento a nuestra derecha, Angel elige el del sentido contrario. Cuando maniobramos para girar a nuestra izquierda, veo como los faros de un vehículo acortan distancias con nosotros hasta tenerlos prácticamente encima.  Sin mayores problemas nos ve y nos evita, el susto que me doy me deja sin habla –y eso ya es difícil-. Cuando consigo recuperarme, decidimos acercarnos a la garita. La experiencia no se la aconsejo a nadie: un viento helador me empuja fuertemente y parece querer atravesarme con finas agujas. Y al llegar a la garita, que parece asomarse al vacío, me sorprende aún más la fuerza de este  vendaval que me obliga a pegarme a las paredes de piedra de esta construcción por el miedo a ser lanzada al vacío…¡y eso que peso 70 kilos! Cuando consigo reponerme y reunir valor, me acerco al mirador desde el que no consigo ver nada mas que niebla y más niebla.  Decepcionada y a trompicones,  regreso a la autocaravana  donde decidimos dar por finalizado el día poniendo rumbo a Cariño y dejando el cabo Ortegal para mañana, si el tiempo decide acompañarnos.

Ya en Cariño hacemos varios intentos de encontrar algun sitio agradable para pasar la noche, pero no tenemos suerte por lo decidimos ir hacia el sur.  Y aquí estamos, en esta pequeña playa abrigada, donde ha disminuido la fuerza del viento y  la niebla sigue cubriendo parte de lo que tenemos frente a nosotros que parecen unas preciosas vistas de la ria de Barqueiro con la punta Camero y la Isla de Coelleira; si el día estuviera claro. Y nos sentimos como en casa, ya que nosotros vivimos en una “Isla”, y estamos “rodeados de ellas”. Y es que en nuestra casa todas las calles tienen nombres de islas y la calle Isla Coelleira es una de las más cercanas.

Entablamos una breve y animada conversación con una familia que lleva nada más y nada menos que tres perros, de todas las edades. Nos informan sobre algunos sitios para ver. Nos cuenta algo sobre el “Picón” y los “Tres Aguillones” y nos dicen que esta especie de panza de burra es niebla y que mañana por la mañana habrá desaparecido.  Cuando nos despedimos de ellos nos entregan un CD con información de una casa de turismo rural que tienen por si conocemos a alguien al que le pudiera interesar.  Por supuesto que lo cogemos. Nunca se sabe y parece muy buena gente, y a la buena gente hay que cuidarla.

Cae la noche y la marea sigue bajando y va descubriendo más playa. El mar, de color grisáceo, parece agitado y espumarajos blancos salpican  su inmensidad.

En el interior de la camper nos quedamos a oscuras contemplando como la oscuridad va abriéndose camino y nos envuelve, silenciosa. Tímidas lucecitas que se iluminan poco a poco van apareciendo frente a la ría. Un poco a nuestra izquierda, la solitaria luz del faro.


Alguna imagen más


 Faro de Frouxeira
 Playa de Frouxeira
 Cedeira
 San Andrés de Teixido
Hacia la Garita de Herbeira
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